viernes, 2 de marzo de 2018

Una hermanita para la peke

Ya la tenemos aquí, si....y ya tiene un año

Pues parece que el tiempo pase despacio, pero cuando echas la vista atrás te das cuenta de la cantidad de cosas que han pasado. Queríamos ser papás de nuevo y fue relativamente fácil conseguir un nuevo embarazo. Así que cuando nuestra peke cumplió dos años, enseguida nos pusimos de nuevo a la búsqueda de bebé.

Fueron tiempos difíciles, y el embarazo, complicado. Un par de semanas después de saber que esperábamos un bebé, el papá de la peke enfermó. La cosa no era broma, y el tratamiento fue durísimo. Durante todo el embarazo estuvimos muy preocupados y lo pasamos muy mal. Y yo me encontraba mal, con muchos síntomas como las náuseas, mareos, vómitos que no desaparecieron hasta el tercer trimestre.

Estábamos tan mal que no podíamos cuidar de nuestra peke. Nunca podré agradecer  suficiente, lo mucho que nos ayudarano mis padres. Se hicieron cargo de la niña al cien por cien, y también nos cuidaron a nosotros. Nuestros suegros también nos dieron un gran apoyo, y mi hermano. Mi marido nos llama el núcleo duro. La gente que siempre estuvo y no dudó ni desfalleció.

Ni siquiera sabíamos si el papá de las pekes podría estar conmigo en el parto. Era algo que yo llevaba fatal, porque con mi marido me veía capaz de todo, pero sin él la cosa se ponía fea. Mi marido me da una tranquilidad que nadie más consigue darme y sin él todo és mucho más duro. El motivo era que tenía una última operación pendiente y coincidía con la fecha del parto. Por suerte, se alinearon los planetas. Y mi marido estuvo en el parto, dos días antes de su operación.

El embarazo de nuestra segunda pitufa no se libró de sustos. El primero fue un triple screanning alterado que se quedó en susto. Y luego un problema en la placenta: tensión alta en las arterias uterinas que podía desencadenar una preeclampsia y un retardo en el crecimiento.

Nos tenían muy vigiladas, teníamos ecografías cada semana al final del embarazo, y monitores a veces cada tres días. Variaba según los resultados. Pero al final, llegamos a la semana 37, sin ninguna complicación seria.

El parto fue inducido, pero muy fácil. No dio tiempo a poner la epidural, y si,...dolió muchísimo!!! Pero fue precioso, un parto precioso para recibir a nuestra rubia. Cuando la tuve en mis brazos lloré desconsolada porque todo había salido bien, y ella estaba perfecta. Y pude vivir ese momento tan especial y precioso con mi alma gemela. 

La bimaternidad para mi és lo más bonito, lo más trascedental de mi vida. Por eso me dedico a ellas en cuerpo y alma. Las disfruto cada día y soy feliz simplemente estando presente.


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