Mi postparto en el hospital duró 4 días, eternos.
Como ya os conté mi parto fue por inducción, y por eso estuvimos ingresados des del domingo de madrugada hasta el lunes a la tarde, cuando nació la peque.
Después de eso empezó el postparto. Como regla general, ante un parto vaginal, si no hay más problemas, a las 48 h te vas para casa. Pero no fue mi caso. Como me habían operado el tabique vaginal, no me dieron el alta hasta los 3 días. Por mi parte todo fue bien, no tuve más complicación que unas pocas molestias por los puntos y los efectos de no dormir durante días. Y es que un hospital no es el sitio ideal para descansar y reponerse. Al contrario.
La peque nació con algo más de 2.5 kg. Pero a los 3 días había perdido 250 gramos y tenía serios problemas para coger el pecho. Mi problema es un pezón pequeño, que no invertido. Y como la peque nació pequeñita y tres semanas antes de lo que tocaba no tenía fuerza para mamar. Estaba muy adormecida, con muy poca fuerza, y eso preocupaba a los pediatras. Así que no le dieron el alta hasta el cuarto día, cuando dejó de perder peso.
Para mi, lo más duro de estar en el hospital fue la falta de intimidad para iniciar un proceso de lactancia materna tranquilo. Poner a la peque en el pecho era muchas veces desesperante porque no reaccionaba, simplemente dormía. Cuando teníamos problemas para que ella se cogiera al pecho, que era prácticamente SIEMPRE, llamábamos a la enfermera. Y las indicaciones eran más bien pocas: intentar estimularla, despertarla, tocándole pies, la oreja, la cara.... Colocar bien a la peque para mamar....Indicaciones que a mi no me ayudaban en nada, porque al final la peque no era capaz de succionar todo el calostro que necesitaba.
Una de las primeras cosas que utilizamos para facilitar la lactancia fueron las pezoneras. Con ellas, la peque se agarraba mucho mejor, pero necesitaba emplear mucha fuerza para succionar el calostro a través de ellas. Además, al principio, para mi eran muy aparatosas de colocar en el pezón. Las primeras veces me las veía para conseguir dar de mamar una cantidad de calostro razonable y que la peque quedara satisfecha.
Lo peor eran las miradas de las visitas durante esos días, cuando yo intentaba dar el pecho. Me ponía muy nerviosa y eso lo único que hacía era empeorar todo.
Cuando tenía ganas de descansar, o domir, ya que durante la noche nos la pasábamos 'estimulando' a la peque para mamar, entonces llegaban visitas. Visitas mías o de mi compañera. Estaba tan cansada que casi no me enteraba de lo que me decían. No había podido descansar después del parto y si a eso le sumamos que no pude dormir casi nada en esos 4 días, estaba totalmente agotada.
Cuando nos dieron el alta a mi, y a la peque, por fin vi la luz. Pensé que en casita tendría por fin la tranquilidad para iniciar una lactancia más tranquila, sin interrupciones. Nos dejaron irnos, con la condición de controlar el peso de la peque cada dos/tres días y ver si la lactancia materna exclusiva funcionaba.
Cuando llegué a casa con mi peque no me lo podía creer. Por fin pude descansar y empezar a reponerme.